
Ayacucho, Perú
Siglo XVIII/Siglo XIX
Este tipo de estribo era usado por mujeres principalmente de clase acomodada. Una de las particularidades es que a diferencia del de hombre que viene de a par este es solo uno porque la mujer estriba con el pie izquierdo y se sienta de costado en una silla especial para tal fin, tiene forma de pantufla. Hasta mediados el siglo XX, las mujeres montaron a caballo de lado. Se creía que ir a horcajadas era perjudicial para la fertilidad femenina y las largas y pesadas faldas tampoco facilitaban montar de frente. Este delicado estribo de mujer hecho de plata era elaborado como pieza única, sin par, generalmente de plata y ricamente decorado.
En el borde de la entrada de la pala del estribo, se aprecia una ornamentación compuesta por un conjunto de siete flores dispuestas linealmente. Son todas iguales, de ocho pétalos parejos y un estambre central bastante robusto.
Por la disposición radial de sus pétalos, se asocia al sol o al centro espiritual. Es además la juventud. Por su dependencia del sol y la lluvia, encarna la entrega pasiva y la sumisión. Por otro lado, es emblema de la fuerza y la alegría de la vida, el final del invierno y la victoria sobre la muerte.
En plena floración son símbolo de la naturaleza en su cenit, reflejan todo lo que es pasivo y femenino, y se asocian con la belleza, la juventud y la primavera, así como con la perfección y la paz espirituales.
En el simbolismo cristiano, por su similitud con el cáliz, significa la apertura a los dones de Dios y la caducidad de toda belleza terrenal.
Fotografías: Romina Moncada
Estribo | SURDOC